miércoles, 30 de noviembre de 2011

Río de Janeiro - Realidad brasileña: La cultura brasileña contemporánea, reflejo de la nación multiétnica.

 El Brasil y el Río de Janeiro indígena, el Brasil y el Río de Janeiro europeo y el Brasil y el Rio de Janeiro mulato han sido las urdimbres con las que hemos construído durante este mes nuestra visión y nuestro acercamiento hasta la gran urbe brasileira. Siendo el objetivo inicial el hacer más visibles todas las naturalezas existentes en ese gran universo cultural y étnico que es Brasil, no podemos finalizar este recorrido de otra manera.

Muchos sociólogos, historiadores o politólogos han caracterizado al estado brasileño como un nación multiétnica, en la cual convergen todas las naturalezas expuestas con anterioridad. De esta manera el imaginario de nación, su concepto mismo sería de naturaleza global o mestiza, naciones donde su esencia diferenciadora y definitoria descansa y se nutre de esa variedad étnica. Hablamos de naciones multiétnicas en el caso brasileño, el caso cubano, en cierta medida el caso mexicano...y enfrentadas a sistemas de nación, formas de imaginarla que desde el pasado y hasta la actualidad han atacado esa multietnicidad característica de la América contemporánea, hasta llegar a límites de total aniquilación como sucedío en Argentina, Chile o Uruguay. Aún así ya hemos visto que aún hoy en día no podemos hablar de una equiparación total de todos los aportes étnicos del Brasil, pero este concepto multiétnico descansa sobre las bases de la nación, como elemento aglutinante y conformador, quizás más utópico que real y natural tras una historia de continua inmigración, voluntaria o forzosa.

Esta nación multiétnica necesita de una serie de elementos, herramientas o mecanismos para consolidarse y hacer efecto entre la población. A partir de la independencia y la llegada del Imperio independiente y finalmente el periodo republicano, se aprecia como surgen mitos fundacionales, himnos, bandera, símbolos... encargados de presentar y justificar un pasado más sosegado, basándose sobre todo en el pasado indígena reformulado y olvidando el aporte africano. Con más posterioridad, y cómo hemos visto a estos elementos formadores de la nación indígena/blanca se unirá la nación negra, a través de numerosas muestras culturales, constituyentes del pasado africano y que se convertirán en señas de identidad brasileiras y cariocas por antonomasia.

Otro reflejo de la nación multiétnica lo podemos descubrir facilmente a través de la producción cultural y artística contemporánea, que encontrará en Río de Janeiro el espacio adecuado, sirviéndonos en la actualidad como el escenario perfecto donde se nos despliega esta naturaleza tricéfala. Sí partimos en el siglo XIX  tenemos que hablar del Romanticismo brasileño. Un estilo europeo, dictado desde París o los núcleos alemanes, pero que pudo desarrollarse a la perfección en Brasil por una de sus características constitutivas: la necesidad, obligación y deseo de desarrollar la imagen de la nación, una nación autónoma, que intenta desligarse del pasado colonial y dependiente a través de la reformulación de su pasado a través de la voluptuosidad y expresividad nacionalista del Romanticismo. Cómo hemos dicho con anterioridad, se iniciará un discurso de "encuentro entre culturas", pacífica convivencia entre las etnias y sobre todo una sublimación e idealización del pasado indígena (tamizado al gusto blanco dirigente, por supuesto). El ejemplo paradigmático es Víctor Meirelles, pintor predilecto de la corte imperial, que plasmó en sus cuadros de carácter histórico esa nueva visión del pasado, que perdurará hasta la actualidad a través de libros de texto y publicaciones divulgativas. Temáticas y títulos tan sugerentes como La primera misa de Brasil obra de gran formato que ya vimos con anterioridad, y que tiene que casar el pasado indígena con la actual preponderancia católica. O también podemos hablar de Batalha dos Guararapes, primer enfrentamiento del ejercito brasileño (colonial, siglo XVII) frente a los holandeses, un enemigo exterior. Muchas de estas obras de Meirelles, y de otros autores románticos como Pedro Américo o Rodolfo Amoedo podemos encontrarlas en museos cariocas, como el Museu Nacional de Belas Artes o el Museu Histórico Nacional, ambos en el centro de Río de Janeiro y de fácil acceso e increible utilidad para la búsqueda del pasado brasileño.


Batalha dos Guararapes de Víctor Meirelles en 1879 (Museu Nacional de Belas Artes, Río de Janeiro)

Un elemento muy original y muy desconocido de este romanticismo brasileño fue la existencia de un gran músico romántico, al estilo europeo, bajo el modelo marcado por Rossini en Italia, y que hizo llegar a Brasil la música europea y llevó a Europa un pedacito o visión de la nueva nación brasileña, pensada y formulada a través de las lentes indigenistas y nacionalistas. Hablamos de António Carlos Gomes,  rara avis en los escenarios decimonónicos europeos de renombre, un hombre venido de ese Nuevo Mundo conquistado hacia siglos. Un Nuevo Mundo que ya no lo era y que debió esperar hasta entrado el siglo XIX para poder empezar a introducirse en el discurso y el debate artístico, monopolizado por Europa, algo que se romperá en el siglo XX. Un total pionero, que inició sus éxitos bajo la sombra del cetro imperial, siendo becado para marchar a Europa y formarse, siendo allí donde alcanzó su mayor éxito con una temática novedosísima: las tablas de los rancios y clásicos teatros de Ópera contemplaron el estreno de O Guaraní/ Il Guarany (portugués/italiano) en 1870. La Scala de Milán, uno de los templos más exigentes, se inclinó ante el músico americano que utilizó sus conocimientos adquiridos en Europa con una temática indígena, o mejor dicho, indiana, muy exótica, que causo furor. Otras creaciones suyas son Il salute del Brasile (1876), Lo Schiavo (sobre la liberación de esclavos negros en 1889) o Colombo para el IV Centenario del Descubrimiento de América (1892).


Estracto de Il Guarany (Bailado do 3º Ato, 2ª parte) de António Carlos Gomes de 1870 (Esta actuación se llevó a cabo en Belém en 2007)

Una nueva visión e identificación del brasileño y su pasado a través del lenguaje artístico, que cambió y mutó tras la irrupción del siglo XX y su revolución, su afán transformador y multidisciplinar. Esa redefinición nacional sigue sustentándose en cierta manera a través de un cordón umbilical entre Europa y Brasil/Río, pero con la llegada de movimientos vanguardistas (paradojicamente surgidos y amamantados en la Europa de entreguerras). Destacará el Movimiento Antropofágico, con manifiesto propio e influyente en todas las esferas artísticas. Es un movimiento que intentá desembarazar a los artistas brasileños del corsé a la europea, desde una reformulación competa del sustrato conformador de la nación, en la que prevalecerá lo primitivo, lo propio frente a lo externo y civilizado. Se reciben influencias marxistas, freudianas, surrealistas (Picabia y su Manifeste Cannibale) que servirán para repensar el pasado colonial, la dependencia occidental y la viabilidad o no de un arte puramente brasileño, un arte que tiene que convertirse en canibal y devorar el arte occidental, en una digestión de sus influencias pero ya asimiladas desde una mentalidad artística autónoma. Se sublimará y dará importancia al pasado preibérico, un estadío de un indigenismo puro, natural, pasional y bueno por naturaleza, sin la presencia de desigualdades étnicas y sociales, la represión o la lapidación de la cultura autóctona.


Manifiesto Antropofago de Oswald de Andrade (Revista de Antropofagia 1928)


Podríamos encontrar destacados escritores, como Oswald de Andrade (1890-1954) el formulador del Manifiesto Antropofago en 1928, pero utilizaremos de nuevo algo más visual. Vinculada a toda esta teorización y producción escrita, podemos hablar de primitivismo y antropofagia en la pintura, destacando la figura de una artista, perfecto exponente del nuevo enfoque. Hablamos de Tarsila do Amaral (1886-1973), una artista imbuída de este cambio y a su vez mediatizada por la renovación y lo vanguardístico, proveniente de París y su educación artística. Nativismo y primitivismo, reflejo de una sociedad cercana a lo ideal, con un fuerte concepto matriarcal que será una constante en su producción artística. Obras coloristas, de rasgos sencillos, a veces cubistas, donde predomina el desnudo ideal reflejo de la no contaminación y la presencia de personajes puros e ingenuos. Con el tiempo irá dando a su pintura una visión mucho más social, social en su contemporaneidad, centrándose también en el mundo del obrero, del negro, que debe tomarse como crítica a la sociedad brasileña, pero también al pasado colonial, como originador de ese injusto orden (nuevo enfoque alcanzado tras una visita a la URSS)


Antropofagia de Tarsila do Amaral en 1929.


Operários de Tarsilia do Amaral en 1933

A partir de aquí, la gran variedad, la multidisciplinariedad, los enfoques, las opiniones y los reflejos de esta producción artística, ya propiamente brasileña, que no depende de nadie. Nombres tan conocidos y respetados por los especialistas y el gran público como Lygia Clarck, Romero Britto, Helio Oitica, Armando Sendin... grandes nombres que podemos encontrar y disfrutar, junto a los anteriores, en nuestra visita a Río de Janeiro. La ciudad cuenta con varias galerías importantes, destacando la Galería de Arte Ipanema, lugar obligatorio para conocer los nuevos enfoques y trabajos del arte brasileño y carioca ( http://www.galeria-ipanema.com/ ). Tampoco podemos obviar la visita al Museu de Arte Contemporánea de Niterói diseñado por el mítico arquitecto brasileño Niemeyer, sede visible de la vanguardia artística brasileira y carioca en su cúpula "alienígena" y apenas a 5 kilómetros de distancia atravesando el mastodóntico Puente Río-Niterói. Este año mismo, Río de Janeiro se ha convertido en una de las capitales de la contenporaneidad artística, tras la celebración de la Feria ART Río (8-11 septiembre) con la asistencia de numerosas galerías  brasileñas y latinoamericanas ( http://www.artriofair.com.br/ ).


Logo oficial de ART Río 2011



Terminamos nuestro recorrido por Río de Janeiro tras un mes en el que nos introducimos en las distintas realidades conformadoras de la sociedad y la nación brasileña, y en consecuencia de su ciudad más paradigmática. Hemos afrontado Brasil y Río desde un enfoque más responsable y consecuente, no solo gozando de sus múltiples muestras culturales de baile, tradiciones, monumentos o increíbles espacios naturales, si no comprendiendo e intentanto captar lo más directamente posible ese innegable orgullo y placer que debe ser el haber nacido brasileño: Heredero de un legado inmenso, riquísimo, variado y que necesita de la comprensión y el respeto, tanto de sus compatriotas como de sus visitantes.

OBRIGADO RÍO DE JANEIRO!

No hay comentarios:

Publicar un comentario