sábado, 14 de enero de 2012

Damasco: La ciudad más antigua del mundo en silencio


Simpatizante de Bashar al Ashad dibuja la bandera siria a su hijo durante una manifestación de apoyo al régimen en Damasco
(FOTO: AFP)

Damasco es la ciudad por antonomasia. Para muchos es considerada como la ciudad habitada más antigua del mundo. Un marasmo de gentes, tradiciones y caminos que se entrelazan. Damasco es aramea, helenística, oriental, romana, bizantina... Capital de los Omeyas y centro del mundo, perla de las rutas caravaneras, ciudad de cultura y ciencia. La patria de Saladino, fraguadora de la religión, el arte y la historia mundial, presente en el devenir de manera protagonista...

Hoy el devenir de Siria, de Oriente Medio y del Mundo Árabe no se escribe en las calles de Damasco. Damasco duerme, aletargada, tras años de represión y control férreo. Años de dictadura y de régimen endogámico han provocado que la capital siria viva en un perpetuo estado de inopia. La ciudad esta controlada de manera durísima... los damascenos funcionan entre ellos como policía secreta. Una ciudad favorable a Bashar al Ashad, el tirano, que desde su burbuja dorada en Damasco dirige el aniquilamiento y la destrucción de la Siria dócil y manejable heredada de su padre. Dinastía de tiranos que ha utilizado las principales ciudades de su país como escaparate al mundo... un escaparate donde se nos presenta al milenario patrimonio de Damasco. Un patrimonio, un escenario que no esta vivo, o por lo menos de cara a Occidente. Es evidente a través de las últimas noticias que la disidencia ha llegado, ha empezado a manifestarse en las milenarias calles de la capital... pero es imposible de mostrar al mundo... Esperemos que por no más tiempo Damasco sea la representación de la imagen con la que empezábamos... Una jóven Damasco, hipotecada desde sus inicios a seguir manipulada y anquilosada, a adoptar un papel secundario o meramente circunstancial que nunca ha tenido. A través de este paseo por los principales escenarios de la ciudad, hacemos un homenaje a esta ciudad y a sus habitantes, deseando que en próximos viajes podamos disfrutar de una Damasco libre y en paz.



Damasco aparece en los textos ya a partir del tercer milenio a.C... un linaje envidiable, un arbol genealógico más antiguo si nos basamos en los múltiples hallazgos arqueológicos que sitúan a la ciudad  con una edad total de unos 6000 años aproximadamente. Damasco nunca ha sido abandonada. Ha sufrido duros golpes, como asedios, conquistas, venganzas, asesinatos y tragedias naturales... pero la milenaria Damasco siempre ha estado ahí. La ciudad vieja de Damasco, que esta comprendida por cientos de edificios y vestigios del rico pasado de la zona, es considerada Patrimonio de la Humanidad desde 1980 por la UNESCO. En parte, esta delimitación se lleva a cabo a través de los vestigios supervivientes de la antigua muralla, entre los que destacan los restos de ocho puertas monumentales que además de demarcar las 135 hectáreas del centro histórico, nos sirve como metáfora al pasado relevante, emprendedor y comercial de Damasco: Una ciudad volcada al intercambio, abierta al mundo y a los visitantes. Nombres tan bellos y elocuentes como Bab al-Faray o Puerta de la Liberación, Bab al-Faradis o Puerta del Paraíso o Bab al-Salam, Puerta de la paz. Parece que la ciudad desde sus más antiguos origenes lanza un grito mudo, pétreo, que nadie parece o quiere escuchar.


Arriba, Mapa de situación de las Puertas del recinto amurallado de Damasco. Abajo, Imagen antigua de Bab al-Salam

Empezamos a atravesar callejuelas y llegamos rápidamente al hito más antiguo de la ciudad: La antigua Ciudadela. Hoy los investigadores no se ponen de acuerdo en sí los primeros asentamientos se situaron en esta misma ubicación, pero lo cierto es que este lugar puede considerarse por los visitantes como la matriz o el útero a partir del cual se concibio esta urbe del mundo antiguo. Es una zona palacial y fortificada medieval, la actual proveniente desde los siglos X-XI, asentada sobre construcciones seleúcidas... en uso hasta los años 80 del siglo XX, cuando empezó a excavarse, musealizarse y prepararse para el turismo y la investigación, llégándose hasta la actualidad... Residencia de Saladino, atacada por mamelucos, franceses, bizantinos, mongoles y otomanos... la Ciudadela, valerosa y orgullosa, parece no tener hueco en la actual naturaleza de la ciudad... callada y discreta.


Vista de la Ciudadela de Damasco desde el lado sur

Enseguida empezamos a ver evocadoras mezclas que nos hablan del pasado común sirio. Un pasado vivo en el pleno centro de la capital actual. Frente a la Mezquita Omeya, podemos ver el mítico y apetecible Zoco Al-Hamidiyya al cual se accede por los restos del antiguo Templo romano de Júpiter. No se trata de un resto romano más, abundantísimos en las orillas mediterráneas... Estos restos son vividos, son parte de la vida actual de los sirios y sirias, los comerciantes han creado este emporio del intercambio amparados bajo esta portada templaria de estilo corintio. Es una lástima que muestras tan evidentes de vida y comunicación guarden un silencio forzado.


Zoco árabe+Templo romano

Una vez pasado este especial umbral entramos en uno de los Zocos más grandes e históricos del mundo islámico. Cubierto en gran parte de su recorrido, podemos o podíamos encontrar casi de todo entre sus múltiples puestos y locales comerciales, el típico experimento que todo occidental busca en un zoco... ese colorismo y preciosismo de alfombras, cerámica o orfebrería, mezclado con los potentes olores de flores, especias y hierbas, carne fresca y no tan fresca, frutos secos y finos dulces. El tacto de las sedas y de las últimas marcas deportivas falsificadas, junto a unguentos milagrosos, tintes, juguetes y souvenirs... perfumes e inciensos junto a animales, libres o enjaulados... y todo esto junto al famoso arte de la hospìtalidad árabe, que parece que en el caso sirio y damasceno alcanza cotas exquisitas... o al menos esto ha querido trasladarse desde las autoridades.


Es dificil imaginar las calles del Zoco vacías... en silencio

Tras el tradicional bullicio comercial del zoco el contraste perfecto podía encontrarse entre cualquier callejón o esquina del intrincado esquema urbano de Damasco. Se podría realizar un paseo por los múltiples palacios damascenos, que nos hablan del poder de otros tiempos. Grandes mansiones urbanas, resultado de las grandes familias o linajes en torno a la figura patriarcal. Un sistema familiar y clánico que se traduce en la casa. Podemos citar el Palacio Dahdah, todavía habitado por la familia y construído hace unos 300 años o podemos visitar Beit Jabri, donde los descendientes de la familia han instalado un café con mucho encanto donde saborear un aromático té o fumar relajadamente en una de sus artesanales pipas de agua. (http://www.jabrihouse.com/index.htm)


Patio interior del Palacio Dahdah

El exótico patio de Beit Jabri

Para hablar de palacios damascenos debemos situar una de sus grandes maravillas y de mayor interés turístico: El Palacio Azem, construído en 1750 para albergar la residencia oficial de los gobernadores otomanos en Siria. Decorado con ricas piedras, sigue la estructura dual: zona privada/zona pública. Ha vivido en sus muros los vaivenes politicos sirios... unos vaivenes que ya no la afectan. Sigue siendo un edificio estatal, pues alberga el Museo de Artes y Tradiciones Populares de Siria, una muestra del folclore y las tradiciones, pero tamizadas a traves del filtro estatal...


Damasco, como toda ciudad antigua, ha sido testigo de la convivencia de diversas nacionalidades, sociedades, clases, etnias... y también religiones. Cristianos de diversos credos, musulmanes sunníes, drusos y chiíes, judíos, otras reigiones orientales... habitaron las calles de la milenaria ciudad, y obviamente alternando tensas armonías con sangrientos enfrentamientos. Damasco es uno de los escenarios primordiales en las Cruzadas europeas medievales por recuperar los Santos Lugares, y ya de paso intentar controlar el comercio con Oriente. En Damasco se levantó un rico y próspero barrio cristiano, encontrando por tanto en Damasco lugares como la Capilla de Ananías, subterránea construcción en honor al personaje bíblico relacionado con la conversión del gran protagonista cristiano de Damasco: San Pablo. Esta es considerada la primera iglesia y el primer bautismo acometido tras el de Cristo, pues en este sótano del judío Ananías fue bautizado uno de los ideólogos del cristianismo... según la tradición, claro esta. Otro gran nombre religioso pone en diálogo a las dos grandes religiones de la ciudad. Cristianos y musulmanes en torno a San Juan Bautista, cuyos supuestos restos descansan en el principal monumento de la ciudad.


Capilla subterránea de Ananías

Llegamos a la mayor joya de todas las que perlan esta tiara silenciada. Un monton de piedras preciosas cubiertas de polvo y barro, guardadas tras grandes cerrojos, que en este caso son la represión, el control de los medios, el terrorismo de estado, el nepotismo, la muerte indiscriminada, la injusticia y la total impunidad... La Gran Mezquita de los Omeyas es el centro de la ciudad, su símbolo, su mayor aliciente y oferta que mostar al mundo. Su emblema, su inspiración y su base histórica, parte de su pasado y de su justificación actual y venidera... Esos muros estan mudos, sus mensajes ya no llegan. Es una mezquita modelo, la tercera más importante del Islam, tras las situadas en La Meca y Medina. Santa tanto para islámicos como cristianos, pues dice preservar en un sepulcro la cabeza de San Juan Bautista, profeta para ambos credos. Levantada sobre el primigenio templo principal de la deidad aramea, que paso a ser un templo romano y de ahí a Catedral bizantina, cuando fue reutilizado en su función de Mezquita en el año 705. Decorada ricamente, sirvió como escaparate de la tradicional artesanía siria, destacando los ricos mosaicos. Testigo de la historia, alberga también la tumba del Gran Sultán Saladino...

Miles de noticias, características y aspectos sobre esta construcción paradigmática... que resumen perfectamente el patrimonio y el legado cultural sirio que nos ha legado a la actualidad. Un patrimonio cultural que esta amordazado, esperemos que por poco tiempo. Que la llamada desde uno de los minaretes de la Gran Mezquita simbolice ese grito oculto, un grito de miedo y rabia, que esperemos consiga en un futuro la paz y la feicidad a los vecinos de la ciudad más antigua del mundo.


2 comentarios:

  1. Álvaro me ha encantado conocer Damasco, cada día más enganchada a tu Blog ¡me encanta! eres un artista :) Este blog está de lujo!

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  2. Muchas gracias Mari! Verdad que es una ciudad maravillosa? Lástima que este tan maltratada... un destino muy chulo para un viaje mágico!

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