domingo, 6 de noviembre de 2011

Río de Janeiro - Realidad indígena: Tijuca, el útero carioca

Pensamos en Río...
¿Qué imagen nos llega a la mente?




¿Me equivoco? la inmensa e impresionante figura del Cristo redentor sobre el peñón de Corcovado, es la imagen más explotada y conocida internacionalmente de esta gran urbe brasileira. Una escultura que supera los 30 metros y terminada de construir en 1931 para celebrar el centenario de la independencia de Brasil frente al sometimiento colonial portugués.
Hoy no hablaremos de esta famosa y mastodóntica escultura... hablaremos de algo mucho más amplio, y mucho más importante para Río, sus habitantes y sus visitantes. Un elemento de la ciudad que la dota de uno de los múltiples tesoros que alberga, y que a su vez le sirve como rama de su intrincado y antiguo arbol genealógico, siendo el elemento más visible que enlaza a los cariocas con su pasado más remoto.

Hablamos del Parque Nacional da Tijuca, una auténtica selva muy ligada al devenir histórico y vital de la ciudad y que se imbrica a la perfección con el resto de componentes urbanos, una paradoja que a algunos puede parecer aberración, pero que es una evidencia de la amalgama y mezcla de realidades.

Tijuca, creado como espacio protegido en 1961, consta de un total de 3200 hectáreas de bosque, cerros y escarpados montes y peñones o bellas cascadas, conformando el bosque urbano más grande del mundo, a solo 20 km del centro de la ciudad. Entre muchas de las atracciones que puede ofrecer, esta el Cerro de Corcovado, donde se erige el símbolo representativo de la ciudad, un símbolo dentro de otro. Tijuca es el testigo perfecto, la evidencia superviviente del pasado indígena, siendo uno de los patrimonios más valioso y dificil de preservar dentro de la inmensa herencia que Brasil y Río de Janeiro deben a sus descendientes y a la humanidad entera (Reserva de la Biosfera de la UNESCO en 1991).



Pedra da Gávea, otro de los grandes atractivos dentro de la inmensidad del Parque Nacional da Tijuca.

Sumergido en la inmensidad selvática de Tijuca o gozando de sus incomparables marcos naturales, podemos hacernos una idea de la primera imagen que tuvieron los portugueses, colonizadores occidentales de este paraíso. El 20 de enero de 1502 vio arribar la llegada del conquistador foráneo. Un conquistador que desde el primer momento se enamoró del tesoro que había "encontrado", pero paradojicamente absorbió, destruyó y modificó a su antojo... siendo Tijuca un superviviente de lujo: Su flora y fauna, la inmensidad de la selva fue atacada desde el principio para desarrollar los grandes monocultivos de caña de azúcar y café.

La presencia europea en la zona comenzó poco después del primer contacto entre dos distintos mundos: A este primitivo asentamiento llegó Fernando de Magallanes, el gran explorador luso, y se encontró con la Bahía ocupada por contrabandistas y piratas franceses, que crearon una colonia  llamada Francia Antártica . La ciudad como tal  fue fundada el 1 de marzo de 1565 con el nombre de São Sebastião do Rio de Janeiro (San Sebastián del Río de Enero). A fines del siglo XVI, Río de Janeiro era un lugar estratégico en la costa atlántica para el tránsito de buques entre la metrópoli portuguesa y sus colonias americanas y africanas, estableciendo la ruta comercial triangular que tanta riqueza y preeminencia económica dió a Portugal, y tanta deforestación, destrucción y empobrecimiento trajo a la flora y fauna indígena y a los pueblos de estas tierras. Se construyeron fortalezas y se empezó a reglamentar la construcción de laa ciudad y el desarrollo de la economía. La historiografía occidental, y parte de la brasileña, habla de un "acuerdo" entre los colonos y los indios... algo que lamentablemente no puede ser aceptado sin reservas, dudas y controversia... pero, lamentablemente nadie podrá desmentirnos ese hecho: La población indígena fue masacrada de diversas maneras, entre las que destaca la acción armada y el contagio de enfermedades traídas al nuevo continente por los europeos, enfermedades como la gripe, para la que los indígenas no tenian anticuerpos. Cientos de lenguas perdidas, expresiones culturales, tradiciones, modos de vida y expresiones artísticas... que en la actualidad subsisten con dificultad en el interior del país, en torno a la selva amazónica, en una realidad indígena que merece respeto, estudio y un hueco en el discurso histórico del pasado, la reordenación del presente y su preservación futura.



Primeira Missa no Brasil de Víctor Meirelles en 1861 (Museu Nacional de Belas Artes, Río de Janeiro)

Parque Nacional da Tijuca se entremezcla con zonas urbanas, de la misma manera en la que se mimetiza y complementa el pasado, presente y futuro que Río de Janeiro puede aportar a la humanidad. Se diferencian tres zonas bien diferenciadas: Floresta da Tijuca, Serra da Carioca y Pedra da Gávea o Pedra Bonita.
Destacaremos alguno de los muchos alicientes para la visita a este espacio tan especial: La visita a la romántica y rosada Capella Mayrinck, capilla católica de pequeñas dimensiones y perdida en la inmensa Floresta da Tijuca y que nos habla de ese pasado decimonónico de haciendas y villas de la élite blanca, que nos lega hoy en día como una nota anacrónica dentro de este paraíso.



Capela Mayrinck

La Vista chinesa es otra de las atracciones eclipsadas por el Cristo redentor de Corcovado y que nos ofrece una visión muy completa de la totalidad del enclave a visitar y de la ciudad. Una construcción de estilo orientalizante, chinesco, muy del gusto de la mentalidad romántica occidental del siglo XIX, una mentalidad imperialista y viajera, que exporta modelos foráneos para el deleite y disfrute en tierras ajenas. Un pabellón atrayente, por sí mismo, y sobre todo por las vistas que ofrece al viajero.



Vista chinesa al amanecer, con su incomparable marco natural de perfecto telón de fondo.

Finalmente recomendamos encarecidamente la contemplación (casi obligatoria, por su preeminencia dentro de la ciudad, lo que la hace visible desde muchos puntos de Río) y visita de Pedra da Gávea, un gigante rocoso de arrebatadora belleza, y que además reune en torno asi una historia propia, muy relacionada con el misterio y los enigmas antiguos. Su silueta, similar a la de un rostro humano, llamo la atención de sus primeros pobladores y de los conquistadores lusos, que por el efecto visual y la influencia psicológica, nos llega un pareidolia muy evidente. Muchos investigadores, estudiosos y amantes de lo oculto y del misterio han querido ver en Pedra da Gávea algo más: Símbolo de una corriente, minoritaria y minusvalorada por la investigación histórica, que nos habla de intercambios entre Occidente y Oriente desde tiempos antiguos, anteriores al siglo XV. Descubrimientos y hallazgos arqueológicos, teorías, controversia en relación a posibles contactos FENICIOS con las costas brasileñas... Una "colonización" previa a la europea, y que nos hablaría de un contacto entre zonas tan distantes como el Próximo Oriente y el continente americano...



Pedra da Gávea, en la que algún estudioso ha visto la obra del hombre de por medio.

Estas propuestas son solo eso, propuestas, dentro de la gran inmensidad visitable del parque. Ya solo la visita para disfrutar de las especies faunísticas y florísticas, muchas de ellas en peligro de atención, merece la pena. Sea cual sea nuestro objetivo, Tijuca tiene mucho que ofrecer al visitante.

Para terminar... un guiño al mundo infantil, a ese niño que todos tenemos dentro. Este año la sección de animación de 20th Century Fox y Blue Sky Studios nos ha regalado una joyita ambientada en Brasil, en Río de Janeiro y en parte en el Parque Nacional da Tijuca . La película RIO, nos sirve para ejemplificar el objetivo final del post: El conocimiento y valorización de lo indígena, en este caso del ambiente natural. El respeto y preservación del medio, que puede estenderse de buena gana a la cultura de los pueblos indígenas, primigenio aporte a la nación brasileña que no puede ni debe olvidarse.





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