lunes, 21 de noviembre de 2011

Río de Janeiro - Realidad Africana: el baile y la fiesta brasileira, herencia de esclavos

Han pasado varios días, y ya hemos presentado dos realidades desde las que acercarse a Río de Janeiro: un enfoque indígena y otro europeo, nos falta uno fundamental, el otro gran ámbito que conforma el conglomerado multiétnico y multicultural del gigante americano. Brasil se puede tomar como un caso excepcional, donde la inclusión racial, la convivencia racial ha sido vista como un eje conformador de la propia nación brasileña, como ya veremos más adelante. Aún así no se puede generalizar con una equiparación total entre población blanca, indígena, mestiza... y negra, la población mulata brasileña, que muy lejos de ser una minoría, conforman casi el 50% de la población total, son tratados e incluso imaginados como minoría, asociandose esa visión con una realidad de desequilibrio en el que relacionamos al mulato con la favela, la marginalidad, la dependencia económica y el desastre educativo.

¿Población negra en América? es una población foránea, emigrantes forzosos, viajeros de tercera clase a la fuerza, que desde los inicios de la aventura colonial e imperial ibérica en el Nuevo Mundo, fue conformándose y diluyéndose como pilar fundamental de la sociedad naciente. Una etnia, una cultura, una realidad, un pasado y un futuro que también se evidencian en Río de Janeiro, y además de forma muy paradójica en comparación a los origenes: Iniciando el relato en las cazas de seres humanos, su comercio, los abusos e injusticias finalizaremos el recorrido en un colorido resultado de música, tradiciones renovados, baile, fiesta y cultura emigrada, tamizada por lo encontrado en el nuevo continente, pero aún asi con genuino sabor africano.


Millones de personas esclavizadas, maltratadas, secuestradas y obligadas a trabajar en condiciones durísimas. Los historiadores no se ponen de acuerdo a la hora de fijar el número, las cifras que aporta el comercio triangular de esclavos en Brasil; nueve millones, doce millones... cifras comprendidas entre el siglo XVI y el siglo XIX. Esclavos pertenecientes a distintas zonas africanas: Congo, Angola, Benín, Guinea, Madagascar, Mozambique y con diferente destino, entre los que se encuentra el trabajo doméstico, el desarrollo de los grandes latifundios agrícolas como el café, el algodón, la caña de azúcar o el tabaco y el infernal mundo de las minas. Duros trabajos y duras formas de vida que en ocasiones mejoraban a través de la "manumisión" o liberación, pero que se caracterizaba por la estigmatización de unos habitantes libres de color negro, significando el tono de la piel un freno, una barrera casi infranqueable entre el subdesarrollo y una vida digna. Libres o no, la población afro-americana creció, se desarrolló y vivió en un gueto, siempre influenciada por su contexto, pero muy dedicada a la cultura de sus ancestros.


Europa sostenida por África y América, grabado de William Blake en 1796

Ese recuerdo a modo de homenaje, para paliar la añoranza de la tierra perdida o bien para fantasear con un pasado agradable en la patria de sus antepasados fue el germen perfecto para el desarrollo de una serie de manifestaciones culturales, que actualmente son la base cultural más conocida y exportada de Brasil fuera de sus fronteras, y que bebe directamente de la genealogía extranjera y esclava de gran parte de su población actual. Hablaremos por tanto de rasgos conocidos de la cultura brasileña, estereotipo de lo brasileño en el mundo occidental: La samba y la capoeira. Estas manifestaciones no dejaron de desarrollarse con la abolición de la esclavitud en Brasil en 1888, tras un proceso iniciado en 1871 con la promulgación de varias leyes que eclosionaron en la definitiva Ley Aúrea. Samba y Capoeira, dos manifestaciones que podemos encontrar en nuestro acercamiento a Río de Janeiro, eje principal y primordial de la historia de los negros en Brasil.


Niño frente a la obra Trabalhadores de Orlando Matta (FOTO Carf Brazil)

Empezaremos por la más conocida, el baile brasileño por antonomasia, quizás de los dos es el que tiene la africanidad mucho más diluida, pero al fin y al cabo nos sirve para ejemplificar la importancia de la presencia africana en la cultura brasileña. Estamos hablando de la Samba, todo un símbolo nacional, un orgullo patrio, la banda sonora que desde el principio el ector habrá imaginado para este viaje. Y hablamos de Samba en Río de Janeiro, el lugar donde surgió de los descendientes de esos esclavos, emigrados a la capital imperial desde Bahía, el gran núcleo esclavista del país. Un estilo musical relacionado en principio a la marginalidad y la favela, pero que enseguida triunfó y abandonó los muros de la marginación para generalizarse por la ciudad. La primera grabación considerada de samba es de 1917. Ya en los años 30 se creará la primera Escola da Samba en el barrio carioca de Estácio de Sá, llamada Deixa Falar (hoy desaparecida) y que fomentó la relación entre la celebración del Carnaval y los concursos de las diferentes escuelas a partir de 1930-1931. Esta fusión entre Carnaval y Samba será vista por el gobierno brasileño como una operación útil tanto para homogeneizar a la población brasileña como para llamar la atención y publicitar el país al rítmo de esta pegadiza música. Desde el principio las variantes derivadas de la samba son muchas: las batucadas carnavalescas, la archiconocida bossanova jazzística y aburguesada, samba-cançao, la samba pagode reformada en las favelas, las actuales fusiones con rap, funk, rock... innumerables variantes e innumerables nombres propios para un estilo musical de tanto éxito: Vinicius de Moraes, Zeca Pagodinho, Carmen Miranda, Chico Buarque, Gilberto Gil... Una importancia que podemos demostrar y evidenciar tras la consecución del reconocimiento por parte de la UNESCO de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (2005) en una de sus variantes más antiguas y relacionadas con la herencia del continente africano: Samba da roda del Recónvaco Bahiano.


Escola Sambapatí de Río de Janeiro durante el Carnaval

El otro gran exponente de la alimentación continua de la cultura brasileña desde la placenta africana es la Capoeira, cuyos origenes y finalidad, ya aparecen ligados a la añoranza del hogar abandonado y una manera de enfrentarse pacificamente ante una realidad foránea que les ha arrancado de su hábitat. Capoeira es lucha y celebración, pelea y baile... una especie de artes marciales coreografiable que bebería de profundos y antiquísimos ritos de la religiosidad africana. Para muchos la Capoeira debe ser vista como una forma de lucha accidentalmente coreografiada, con el único motivo de presentarla como una actividad lúdica e inofensiva ante la población blanca. Sea como fuere, bebe directamente del continente vecino, evidenciándose ya en los intrumentos utilizados, como el berimbau y el atabaque. Relacionable al mundo de los Quilombos o comunidades de negros libres, liberados o fugados, normalmente situadas en terrenos de dificil acceso y que han llegado hasta la actualidad, siendo reconocidas por el estado brasileño. Movimientos de lucha al son de la música, un modo de preparación física para un futurible combate, en el cual el negro solo tiene su cuerpo como arma. Con la llegada de la abolición de la esclavitud, la Capoeira llega a las ciudades como Río de Janeiro, vinculada en un principio a la violencia marginal, llegando a prohibirse hasta bien entrado el siglo XX, cuando en la década de los 30 se regularizará y oficializará su futuro, a través de la primera Academia de Mestre Bimbá, el padre de la capoeira moderna. Es lucha, es modalidad deportiva, es tradición, es música, es historia y es baile, donde se trabaja la fuerza, la rapidez, el rítmo, la flexibilidad o el equilibrio, cualidades que se han exportado a todo el mundo y que hoy podemos contemplar con facilidad en los barrios y playas de Río de Janeiro.


Capoeira en Río de Janeiro de Augustus Earle en 1824

Sí juntamos Río de Janeiro + Samba el resultado es = Sambódromo, escenario más visible de cara al exterior. Pero, sí no viajamos a Río durante Carnavales, la visita al Sambódromo será algo bastante yermo, pues durante el resto del año se convierte en una fría y desierta mole. Sí viajamos durante otra fecha, podemos ser testigos de la magia del Carnaval, de su sensualidad y rítmo en otra parte de la ciudad: Ciudad de Samba. Creada en 2004, alberga toda la fiesta brasileña derivada de la samba, alrededor de una plaza central. El visitante puede sentirse artífice e involucrarse con la organización y el sentimiento que provoca en la población carioca, podrá ver la preparación de carrozas y vestuario, asistir a los ensayos y gozar de "minicarnavales" cada jueves, el día elegido para celebrar desfiles y actuaciones. Es un buen lugar para entablar relación y contacto con las numerosas Escolas do Samba (13 en la actualidad), ya que muchas de ellas admiten visitantes y turistas, siempre y cuando se respete la uniformidad exigida, y se pague el precio. El contacto también puede llevarse a cabo a través de la Asociación de Escuelas de Samba de Río http://www.aescrj.com.br/ 


Situar o centralizar la Capoeira en un espacio o ugar determinado de Río de Janeiro, es más complicado. Puede que lo más interesante y atrayente sea encontrárnosla de improviso a lo largo del paseo por alguna plaza, al anochecer en Copacabana o Ipanema... o quizás sí podemos ir en su busca y contactar con aguna escuela o academia especializada presente en la ciudad, como el Centro Esportivo Capoeira Angola fundada en 1941 y que en su nombre conserva perfectamente ese origen, esa filiación tan presente en la cultura carioca, la filiación de la cultura con la madre África... unos lazos familiares de inicios traumáticos pero que ha significado el enriquecimiento cultural de Río y Brasil.







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