miércoles, 30 de noviembre de 2011

Río de Janeiro - Realidad brasileña: La cultura brasileña contemporánea, reflejo de la nación multiétnica.

 El Brasil y el Río de Janeiro indígena, el Brasil y el Río de Janeiro europeo y el Brasil y el Rio de Janeiro mulato han sido las urdimbres con las que hemos construído durante este mes nuestra visión y nuestro acercamiento hasta la gran urbe brasileira. Siendo el objetivo inicial el hacer más visibles todas las naturalezas existentes en ese gran universo cultural y étnico que es Brasil, no podemos finalizar este recorrido de otra manera.

Muchos sociólogos, historiadores o politólogos han caracterizado al estado brasileño como un nación multiétnica, en la cual convergen todas las naturalezas expuestas con anterioridad. De esta manera el imaginario de nación, su concepto mismo sería de naturaleza global o mestiza, naciones donde su esencia diferenciadora y definitoria descansa y se nutre de esa variedad étnica. Hablamos de naciones multiétnicas en el caso brasileño, el caso cubano, en cierta medida el caso mexicano...y enfrentadas a sistemas de nación, formas de imaginarla que desde el pasado y hasta la actualidad han atacado esa multietnicidad característica de la América contemporánea, hasta llegar a límites de total aniquilación como sucedío en Argentina, Chile o Uruguay. Aún así ya hemos visto que aún hoy en día no podemos hablar de una equiparación total de todos los aportes étnicos del Brasil, pero este concepto multiétnico descansa sobre las bases de la nación, como elemento aglutinante y conformador, quizás más utópico que real y natural tras una historia de continua inmigración, voluntaria o forzosa.

Esta nación multiétnica necesita de una serie de elementos, herramientas o mecanismos para consolidarse y hacer efecto entre la población. A partir de la independencia y la llegada del Imperio independiente y finalmente el periodo republicano, se aprecia como surgen mitos fundacionales, himnos, bandera, símbolos... encargados de presentar y justificar un pasado más sosegado, basándose sobre todo en el pasado indígena reformulado y olvidando el aporte africano. Con más posterioridad, y cómo hemos visto a estos elementos formadores de la nación indígena/blanca se unirá la nación negra, a través de numerosas muestras culturales, constituyentes del pasado africano y que se convertirán en señas de identidad brasileiras y cariocas por antonomasia.

Otro reflejo de la nación multiétnica lo podemos descubrir facilmente a través de la producción cultural y artística contemporánea, que encontrará en Río de Janeiro el espacio adecuado, sirviéndonos en la actualidad como el escenario perfecto donde se nos despliega esta naturaleza tricéfala. Sí partimos en el siglo XIX  tenemos que hablar del Romanticismo brasileño. Un estilo europeo, dictado desde París o los núcleos alemanes, pero que pudo desarrollarse a la perfección en Brasil por una de sus características constitutivas: la necesidad, obligación y deseo de desarrollar la imagen de la nación, una nación autónoma, que intenta desligarse del pasado colonial y dependiente a través de la reformulación de su pasado a través de la voluptuosidad y expresividad nacionalista del Romanticismo. Cómo hemos dicho con anterioridad, se iniciará un discurso de "encuentro entre culturas", pacífica convivencia entre las etnias y sobre todo una sublimación e idealización del pasado indígena (tamizado al gusto blanco dirigente, por supuesto). El ejemplo paradigmático es Víctor Meirelles, pintor predilecto de la corte imperial, que plasmó en sus cuadros de carácter histórico esa nueva visión del pasado, que perdurará hasta la actualidad a través de libros de texto y publicaciones divulgativas. Temáticas y títulos tan sugerentes como La primera misa de Brasil obra de gran formato que ya vimos con anterioridad, y que tiene que casar el pasado indígena con la actual preponderancia católica. O también podemos hablar de Batalha dos Guararapes, primer enfrentamiento del ejercito brasileño (colonial, siglo XVII) frente a los holandeses, un enemigo exterior. Muchas de estas obras de Meirelles, y de otros autores románticos como Pedro Américo o Rodolfo Amoedo podemos encontrarlas en museos cariocas, como el Museu Nacional de Belas Artes o el Museu Histórico Nacional, ambos en el centro de Río de Janeiro y de fácil acceso e increible utilidad para la búsqueda del pasado brasileño.


Batalha dos Guararapes de Víctor Meirelles en 1879 (Museu Nacional de Belas Artes, Río de Janeiro)

Un elemento muy original y muy desconocido de este romanticismo brasileño fue la existencia de un gran músico romántico, al estilo europeo, bajo el modelo marcado por Rossini en Italia, y que hizo llegar a Brasil la música europea y llevó a Europa un pedacito o visión de la nueva nación brasileña, pensada y formulada a través de las lentes indigenistas y nacionalistas. Hablamos de António Carlos Gomes,  rara avis en los escenarios decimonónicos europeos de renombre, un hombre venido de ese Nuevo Mundo conquistado hacia siglos. Un Nuevo Mundo que ya no lo era y que debió esperar hasta entrado el siglo XIX para poder empezar a introducirse en el discurso y el debate artístico, monopolizado por Europa, algo que se romperá en el siglo XX. Un total pionero, que inició sus éxitos bajo la sombra del cetro imperial, siendo becado para marchar a Europa y formarse, siendo allí donde alcanzó su mayor éxito con una temática novedosísima: las tablas de los rancios y clásicos teatros de Ópera contemplaron el estreno de O Guaraní/ Il Guarany (portugués/italiano) en 1870. La Scala de Milán, uno de los templos más exigentes, se inclinó ante el músico americano que utilizó sus conocimientos adquiridos en Europa con una temática indígena, o mejor dicho, indiana, muy exótica, que causo furor. Otras creaciones suyas son Il salute del Brasile (1876), Lo Schiavo (sobre la liberación de esclavos negros en 1889) o Colombo para el IV Centenario del Descubrimiento de América (1892).


Estracto de Il Guarany (Bailado do 3º Ato, 2ª parte) de António Carlos Gomes de 1870 (Esta actuación se llevó a cabo en Belém en 2007)

Una nueva visión e identificación del brasileño y su pasado a través del lenguaje artístico, que cambió y mutó tras la irrupción del siglo XX y su revolución, su afán transformador y multidisciplinar. Esa redefinición nacional sigue sustentándose en cierta manera a través de un cordón umbilical entre Europa y Brasil/Río, pero con la llegada de movimientos vanguardistas (paradojicamente surgidos y amamantados en la Europa de entreguerras). Destacará el Movimiento Antropofágico, con manifiesto propio e influyente en todas las esferas artísticas. Es un movimiento que intentá desembarazar a los artistas brasileños del corsé a la europea, desde una reformulación competa del sustrato conformador de la nación, en la que prevalecerá lo primitivo, lo propio frente a lo externo y civilizado. Se reciben influencias marxistas, freudianas, surrealistas (Picabia y su Manifeste Cannibale) que servirán para repensar el pasado colonial, la dependencia occidental y la viabilidad o no de un arte puramente brasileño, un arte que tiene que convertirse en canibal y devorar el arte occidental, en una digestión de sus influencias pero ya asimiladas desde una mentalidad artística autónoma. Se sublimará y dará importancia al pasado preibérico, un estadío de un indigenismo puro, natural, pasional y bueno por naturaleza, sin la presencia de desigualdades étnicas y sociales, la represión o la lapidación de la cultura autóctona.


Manifiesto Antropofago de Oswald de Andrade (Revista de Antropofagia 1928)


Podríamos encontrar destacados escritores, como Oswald de Andrade (1890-1954) el formulador del Manifiesto Antropofago en 1928, pero utilizaremos de nuevo algo más visual. Vinculada a toda esta teorización y producción escrita, podemos hablar de primitivismo y antropofagia en la pintura, destacando la figura de una artista, perfecto exponente del nuevo enfoque. Hablamos de Tarsila do Amaral (1886-1973), una artista imbuída de este cambio y a su vez mediatizada por la renovación y lo vanguardístico, proveniente de París y su educación artística. Nativismo y primitivismo, reflejo de una sociedad cercana a lo ideal, con un fuerte concepto matriarcal que será una constante en su producción artística. Obras coloristas, de rasgos sencillos, a veces cubistas, donde predomina el desnudo ideal reflejo de la no contaminación y la presencia de personajes puros e ingenuos. Con el tiempo irá dando a su pintura una visión mucho más social, social en su contemporaneidad, centrándose también en el mundo del obrero, del negro, que debe tomarse como crítica a la sociedad brasileña, pero también al pasado colonial, como originador de ese injusto orden (nuevo enfoque alcanzado tras una visita a la URSS)


Antropofagia de Tarsila do Amaral en 1929.


Operários de Tarsilia do Amaral en 1933

A partir de aquí, la gran variedad, la multidisciplinariedad, los enfoques, las opiniones y los reflejos de esta producción artística, ya propiamente brasileña, que no depende de nadie. Nombres tan conocidos y respetados por los especialistas y el gran público como Lygia Clarck, Romero Britto, Helio Oitica, Armando Sendin... grandes nombres que podemos encontrar y disfrutar, junto a los anteriores, en nuestra visita a Río de Janeiro. La ciudad cuenta con varias galerías importantes, destacando la Galería de Arte Ipanema, lugar obligatorio para conocer los nuevos enfoques y trabajos del arte brasileño y carioca ( http://www.galeria-ipanema.com/ ). Tampoco podemos obviar la visita al Museu de Arte Contemporánea de Niterói diseñado por el mítico arquitecto brasileño Niemeyer, sede visible de la vanguardia artística brasileira y carioca en su cúpula "alienígena" y apenas a 5 kilómetros de distancia atravesando el mastodóntico Puente Río-Niterói. Este año mismo, Río de Janeiro se ha convertido en una de las capitales de la contenporaneidad artística, tras la celebración de la Feria ART Río (8-11 septiembre) con la asistencia de numerosas galerías  brasileñas y latinoamericanas ( http://www.artriofair.com.br/ ).


Logo oficial de ART Río 2011



Terminamos nuestro recorrido por Río de Janeiro tras un mes en el que nos introducimos en las distintas realidades conformadoras de la sociedad y la nación brasileña, y en consecuencia de su ciudad más paradigmática. Hemos afrontado Brasil y Río desde un enfoque más responsable y consecuente, no solo gozando de sus múltiples muestras culturales de baile, tradiciones, monumentos o increíbles espacios naturales, si no comprendiendo e intentanto captar lo más directamente posible ese innegable orgullo y placer que debe ser el haber nacido brasileño: Heredero de un legado inmenso, riquísimo, variado y que necesita de la comprensión y el respeto, tanto de sus compatriotas como de sus visitantes.

OBRIGADO RÍO DE JANEIRO!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Río de Janeiro - Realidad Africana: el baile y la fiesta brasileira, herencia de esclavos

Han pasado varios días, y ya hemos presentado dos realidades desde las que acercarse a Río de Janeiro: un enfoque indígena y otro europeo, nos falta uno fundamental, el otro gran ámbito que conforma el conglomerado multiétnico y multicultural del gigante americano. Brasil se puede tomar como un caso excepcional, donde la inclusión racial, la convivencia racial ha sido vista como un eje conformador de la propia nación brasileña, como ya veremos más adelante. Aún así no se puede generalizar con una equiparación total entre población blanca, indígena, mestiza... y negra, la población mulata brasileña, que muy lejos de ser una minoría, conforman casi el 50% de la población total, son tratados e incluso imaginados como minoría, asociandose esa visión con una realidad de desequilibrio en el que relacionamos al mulato con la favela, la marginalidad, la dependencia económica y el desastre educativo.

¿Población negra en América? es una población foránea, emigrantes forzosos, viajeros de tercera clase a la fuerza, que desde los inicios de la aventura colonial e imperial ibérica en el Nuevo Mundo, fue conformándose y diluyéndose como pilar fundamental de la sociedad naciente. Una etnia, una cultura, una realidad, un pasado y un futuro que también se evidencian en Río de Janeiro, y además de forma muy paradójica en comparación a los origenes: Iniciando el relato en las cazas de seres humanos, su comercio, los abusos e injusticias finalizaremos el recorrido en un colorido resultado de música, tradiciones renovados, baile, fiesta y cultura emigrada, tamizada por lo encontrado en el nuevo continente, pero aún asi con genuino sabor africano.


Millones de personas esclavizadas, maltratadas, secuestradas y obligadas a trabajar en condiciones durísimas. Los historiadores no se ponen de acuerdo a la hora de fijar el número, las cifras que aporta el comercio triangular de esclavos en Brasil; nueve millones, doce millones... cifras comprendidas entre el siglo XVI y el siglo XIX. Esclavos pertenecientes a distintas zonas africanas: Congo, Angola, Benín, Guinea, Madagascar, Mozambique y con diferente destino, entre los que se encuentra el trabajo doméstico, el desarrollo de los grandes latifundios agrícolas como el café, el algodón, la caña de azúcar o el tabaco y el infernal mundo de las minas. Duros trabajos y duras formas de vida que en ocasiones mejoraban a través de la "manumisión" o liberación, pero que se caracterizaba por la estigmatización de unos habitantes libres de color negro, significando el tono de la piel un freno, una barrera casi infranqueable entre el subdesarrollo y una vida digna. Libres o no, la población afro-americana creció, se desarrolló y vivió en un gueto, siempre influenciada por su contexto, pero muy dedicada a la cultura de sus ancestros.


Europa sostenida por África y América, grabado de William Blake en 1796

Ese recuerdo a modo de homenaje, para paliar la añoranza de la tierra perdida o bien para fantasear con un pasado agradable en la patria de sus antepasados fue el germen perfecto para el desarrollo de una serie de manifestaciones culturales, que actualmente son la base cultural más conocida y exportada de Brasil fuera de sus fronteras, y que bebe directamente de la genealogía extranjera y esclava de gran parte de su población actual. Hablaremos por tanto de rasgos conocidos de la cultura brasileña, estereotipo de lo brasileño en el mundo occidental: La samba y la capoeira. Estas manifestaciones no dejaron de desarrollarse con la abolición de la esclavitud en Brasil en 1888, tras un proceso iniciado en 1871 con la promulgación de varias leyes que eclosionaron en la definitiva Ley Aúrea. Samba y Capoeira, dos manifestaciones que podemos encontrar en nuestro acercamiento a Río de Janeiro, eje principal y primordial de la historia de los negros en Brasil.


Niño frente a la obra Trabalhadores de Orlando Matta (FOTO Carf Brazil)

Empezaremos por la más conocida, el baile brasileño por antonomasia, quizás de los dos es el que tiene la africanidad mucho más diluida, pero al fin y al cabo nos sirve para ejemplificar la importancia de la presencia africana en la cultura brasileña. Estamos hablando de la Samba, todo un símbolo nacional, un orgullo patrio, la banda sonora que desde el principio el ector habrá imaginado para este viaje. Y hablamos de Samba en Río de Janeiro, el lugar donde surgió de los descendientes de esos esclavos, emigrados a la capital imperial desde Bahía, el gran núcleo esclavista del país. Un estilo musical relacionado en principio a la marginalidad y la favela, pero que enseguida triunfó y abandonó los muros de la marginación para generalizarse por la ciudad. La primera grabación considerada de samba es de 1917. Ya en los años 30 se creará la primera Escola da Samba en el barrio carioca de Estácio de Sá, llamada Deixa Falar (hoy desaparecida) y que fomentó la relación entre la celebración del Carnaval y los concursos de las diferentes escuelas a partir de 1930-1931. Esta fusión entre Carnaval y Samba será vista por el gobierno brasileño como una operación útil tanto para homogeneizar a la población brasileña como para llamar la atención y publicitar el país al rítmo de esta pegadiza música. Desde el principio las variantes derivadas de la samba son muchas: las batucadas carnavalescas, la archiconocida bossanova jazzística y aburguesada, samba-cançao, la samba pagode reformada en las favelas, las actuales fusiones con rap, funk, rock... innumerables variantes e innumerables nombres propios para un estilo musical de tanto éxito: Vinicius de Moraes, Zeca Pagodinho, Carmen Miranda, Chico Buarque, Gilberto Gil... Una importancia que podemos demostrar y evidenciar tras la consecución del reconocimiento por parte de la UNESCO de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (2005) en una de sus variantes más antiguas y relacionadas con la herencia del continente africano: Samba da roda del Recónvaco Bahiano.


Escola Sambapatí de Río de Janeiro durante el Carnaval

El otro gran exponente de la alimentación continua de la cultura brasileña desde la placenta africana es la Capoeira, cuyos origenes y finalidad, ya aparecen ligados a la añoranza del hogar abandonado y una manera de enfrentarse pacificamente ante una realidad foránea que les ha arrancado de su hábitat. Capoeira es lucha y celebración, pelea y baile... una especie de artes marciales coreografiable que bebería de profundos y antiquísimos ritos de la religiosidad africana. Para muchos la Capoeira debe ser vista como una forma de lucha accidentalmente coreografiada, con el único motivo de presentarla como una actividad lúdica e inofensiva ante la población blanca. Sea como fuere, bebe directamente del continente vecino, evidenciándose ya en los intrumentos utilizados, como el berimbau y el atabaque. Relacionable al mundo de los Quilombos o comunidades de negros libres, liberados o fugados, normalmente situadas en terrenos de dificil acceso y que han llegado hasta la actualidad, siendo reconocidas por el estado brasileño. Movimientos de lucha al son de la música, un modo de preparación física para un futurible combate, en el cual el negro solo tiene su cuerpo como arma. Con la llegada de la abolición de la esclavitud, la Capoeira llega a las ciudades como Río de Janeiro, vinculada en un principio a la violencia marginal, llegando a prohibirse hasta bien entrado el siglo XX, cuando en la década de los 30 se regularizará y oficializará su futuro, a través de la primera Academia de Mestre Bimbá, el padre de la capoeira moderna. Es lucha, es modalidad deportiva, es tradición, es música, es historia y es baile, donde se trabaja la fuerza, la rapidez, el rítmo, la flexibilidad o el equilibrio, cualidades que se han exportado a todo el mundo y que hoy podemos contemplar con facilidad en los barrios y playas de Río de Janeiro.


Capoeira en Río de Janeiro de Augustus Earle en 1824

Sí juntamos Río de Janeiro + Samba el resultado es = Sambódromo, escenario más visible de cara al exterior. Pero, sí no viajamos a Río durante Carnavales, la visita al Sambódromo será algo bastante yermo, pues durante el resto del año se convierte en una fría y desierta mole. Sí viajamos durante otra fecha, podemos ser testigos de la magia del Carnaval, de su sensualidad y rítmo en otra parte de la ciudad: Ciudad de Samba. Creada en 2004, alberga toda la fiesta brasileña derivada de la samba, alrededor de una plaza central. El visitante puede sentirse artífice e involucrarse con la organización y el sentimiento que provoca en la población carioca, podrá ver la preparación de carrozas y vestuario, asistir a los ensayos y gozar de "minicarnavales" cada jueves, el día elegido para celebrar desfiles y actuaciones. Es un buen lugar para entablar relación y contacto con las numerosas Escolas do Samba (13 en la actualidad), ya que muchas de ellas admiten visitantes y turistas, siempre y cuando se respete la uniformidad exigida, y se pague el precio. El contacto también puede llevarse a cabo a través de la Asociación de Escuelas de Samba de Río http://www.aescrj.com.br/ 


Situar o centralizar la Capoeira en un espacio o ugar determinado de Río de Janeiro, es más complicado. Puede que lo más interesante y atrayente sea encontrárnosla de improviso a lo largo del paseo por alguna plaza, al anochecer en Copacabana o Ipanema... o quizás sí podemos ir en su busca y contactar con aguna escuela o academia especializada presente en la ciudad, como el Centro Esportivo Capoeira Angola fundada en 1941 y que en su nombre conserva perfectamente ese origen, esa filiación tan presente en la cultura carioca, la filiación de la cultura con la madre África... unos lazos familiares de inicios traumáticos pero que ha significado el enriquecimiento cultural de Río y Brasil.







sábado, 12 de noviembre de 2011

Río de Janeiro - Realidad Europea: El pasado imperial brasileño

Un trono, un emperador, palacios, lámparas de araña, reinas locas, damas de corte, elegantes caballeros, coronas, encajes, piedras preciosas, bailes y recepciones... Son términos no fáciles de asociar con el tema que nos ocupa este mes de noviembre. Casi es más fácil relacionarlo con nuestro destino del mes de octubre, con el europeo París. La vieja Europa... aquí nos sobran Versalles, Ermitages o Granjas de San Ildefonso. Estamos muy familiarizados con personajes como Sissi Emperatriz, Iván el Terrible, Leonor de Aquitania, el Rey Sol o Catalina la Grande. En muchos casos, la monarquía sigue siendo un realidad en Europa, perenne, rancia y no adaptada a los tiempos, pero existente al fin y al cabo.

¿Cómo va a ser relacionable esto a Brasil?

Pues de la manera más fácil: Sabiendo que hubo un día en el que hubo Emperador de Brasil, Palacio Imperial en Río de Janeiro, familia imperial y todo lo demás... y claro, todo de orígen europeo. Es un aspecto muy desconocido del gigante brasileño, unido de lleno a aspectos históricos y políticos de Europa y al colonialismo portugués. Nos colocamos la casaca, la peluca enpolvada, el colorete y los encajes en los puños para dar la mirada europea sobre Río de Janeiro. Una mirada que se podía haber dado desde otros muchos temas. Lo exótico en este caso es imaginar una elegante, consentida y gastona corte a la europea en en la salvaje y colonial Sudamérica.


Érase una vez un rey europeo, un regente mejor dicho, del vecino Portugal. Don Juan de Braganza, hijo de María I, la reina loca. Desde 1792 se encargó de ser el rey efectivo de ese gran gigante imperialista que era Portugal durante el Antiguo Régimen. El regente estaba casado con la polémica Carlota Joaquina de Borbón, Infanta de España e hija de Carlos IV y María Luisa de Parma, en una de esas uniones matrimoniales ibéricas que tanto se dieron a lo largo de la historia. Un reino con un imperio colonial centenario que se empezaba a tambalear por la gran nube revolucionaria que emanaba de Francia: La Revolución Francesa y el periodo napoleónico. que hicieron temblar a todas las testas coronadas de Europa.

Retrato de Don Juan VI de Portugal de Debret en 1816 (Museu Histórico Nacional, Río de Janeiro) el protagonista iniciador de la aventura imperial brasileña.

Napoleón Bonaparte era considerado el mismísimo Anticristo por la realeza europea, mucho más que los violentos revolucionarios del Terror  decapitador de nobles y eclesiásticos. La tradicional alianza entre las coronas inglesa y portuguesa, que se mantenía a pesar del bloqueo continental exigido desde París, hizo que Napoleón se planteara la ocupación de Portugal, que vendría a significar también el control del incalculable tesoro colonial de un imperio que se extendía por el mundo. Se decide la conquista portuguesa, y el General Junot cruza los Pirineos, con los ojos puestos en Lisboa. Ojos que más tarde se fijaran en la vecina Madrid, pero ese es otro relato.
La noticia encendió todas las alarmas. La familia real temblaba en el Palacio de Queluz, liderados por la reina loca, quizás la primera en darse cuenta del peligro. Un pánico que se adueño rápidamente de todos los miembros de la corte lisboeta, vislumbrándose pronto cual iba a ser la solución a sus problemas: el autoexilio a las colonias americanas, al lejano Brasil, con un inmenso océano de por medio y desde donde el estado portugués podía intentar mover la siguiente pieza en ese eterno ajedrez de la política. Inmediatamente se inician los preparativos en una operación sin precedentes: Trasladar todo el oropel y lujo de una corte europea por mar a unas nuevas tierras. Los palacios se vacían, los archivos se ocultan y toda la élite metropolitana sueña con su futuro tranquilo en la colonia. Los habitantes de Lisboa son testigos de esta huída regia por mar, una huída de todo el aparato estatal que permanecerá para siempre en el imaginario colectivo. No solo se rompe la tradición, lo estipulado, el orden normal de las cosas... la monarquía absoluta pierde su halo quasi divino, y se transforma en una estampida histérica hacia el puerto de Ajuda y pese a las grandilocuentes palabras del regente a su sorprendido e indignado pueblo:

"Creedme, portugueses: obro correctamente. Ahora dejo el reino, pero un día volveré con un imperio"

Vacias palabras al fin y al cabo para los súbditos portugueses, que deberán afrontar solos la presencia napoleónica.

El 13 de noviembre de 1807 zarpa de Lisboa todo el estado portugues: La reina loca (acomodada en un habitáculo enrejado) Don Juan y Doña Carlota Joaquina y su gran camada de príncipes y princesas, la alta nobleza, las altas esferas eclesiásticas, ministros, altos funcionarios, caballeros y damas de la corte, sirvientes, literatos y amigos de la realeza... un gran efectivo de nuevos colonos que tuvo que afrontar un duro y penoso viaje de varias semanas entre tempestades y tormentas, que desde el inicio de la travesía hizo perder la formación de los diversos navíos. La Fragata Príncipe Real donde viajaban Don Juan, sus hijos más pequeños y sus más íntimos e importantes colaboradores perdieron de vista al resto de navíos, ignorando si seguían el trayecto hacia Brasil o sí habían desaparecido. Las provisiones y el agua empezaron a escasear, iniciándose el racionamiento y provocando que la flor y nata portuguesa se convierta en una atemorizada, sucia y hambrienta masa.


Dibujo que muestra la huída regia desde Lisboa en 1807

La pesadilla acaba el 21 de enero de 1808, cuando Don Juan desembarca en el puerto de Bahía. Toda la sociedad colonial esta perpleja ante lo que se encuentra y se iniciará un periodo de esplendor criollo, un orgullo herido por la distancia de una sociedad que anhelaban y que ha cruzado el Atlántico para reunirse con ellos. Acaba la pesadilla de los Braganza. La capital se establece en Rio de Janeiro, desposeyendo a la histórica Lisboa de tal rango, siendo esta la primera vez que un estado europeo cuenta con su capital fuera del continente. Vaivenes históricos y circunstancias políticas, como el regreso a Portugal de parte de la familia, provocarán la independencia de Brasil, y no de cualquier forma: Un Imperio. La primera forma monárquica americana, de mano de otro protagonista de la historia brasileña: Pedro I, Emperador de Brasil.


Pedro I de Rodrigues de Sá en 1830 (Museu Imperial, Petrópolis)

Todo este pasado y herencia a la europea, tiene aún su reflejo en la actual Río de Janeiro y sus alrededores. Máximo exponente de los origenes occidentales brasileños, que tras la explicación de su inicio pasamos a investigar entre los múltiples tesoros que nos oferta la gran urbe carioca. Hoy podemos hacer ese turismo de palacios y realeza en el exótico Brasil. El centro de Brasil es testigo de este pasado: Nos encontramos el Paço Imperial, a través del cual podemos hacer una clase de historia brasileña haciendo un recorrido por sus moradores, desde sus primeros inquilinos los virreyes, pasando por la familia real portuguesa que se convertira en imperial brasileña y terminando su uso como centro público y cultural ya en época republicana. En la actualidad conserva ese cariz cultural, albergando una biblioteca, salas de exposición y proyecciones en un marco incomparable, un palacio de estilo barroco portugués en la ciudad de la samba y el carnaval.


Paço Imperial en Río de Janeiro

La siguiente residencia carioca de la familia Braganza lo fue gracias a una donación. Hablamos del Palacio de Sao Cristóvao, dentro del complejo de la Quinta da Boa Vista. Sede más mítica y visible del periodo imperial, que hoy alberga el Museu Nacional do Brasil. Construcción neoclásica, ampliada y reformada en varias ocasiones por sus distintos moradores, y fiel reflejo de las modas regias imperantes y creadas por sus primos europeos: Salas de recepción, Salón del trono, jardines artísticos de ensueño... Su labor actual la ostenta desde la proclamación de la Repúbica, cuando la familia es expulsada de Brasil y gran parte del legado artístico destruído y otra parte reubicado en el otro gran palacio brasileño.


Palacio de Sao Cristóvao, hoy sede del Museu Nacional de Brasil

Finalmente nos alejaremos un poco de Río de Janeiro, haciendo una excursión a los alrededores de la ciudad, donde encontramos la última joya herencia del pasado imperial, como podríamos hacer desde Madrid a Aranjuez, El Escorial o La Granja de San Ildefonso. En esta ocasión nos centramos en el Palacio Imperial de Petrópolis, a 68 km de Río de Janeiro. Petrópolis es una ciudad que respira ese pasado regio, mandada construir alrededor del Palacio de Verano de la familia imperial. Su construcción se concluyó en 1845, y en la actualidad es el Museu Imperial, lugar idóneo para finalizar este recorrido alternativo por el pasado brasileño.


Museu Imperial de Petrópolis, el museo más visitado de todo Brasil

Del mismo modo que se exportó el imperio, se exportó la república, y desde 1889 se apagaron los grandes salones de fiestas, los grandes retratos dinásticos cogieron polvo, las grandes recepciones, besamanos y bailes se convirtieron en recuerdos así como la familia imperial brasileña, una de esas familias fósiles, enraizadas y obsesionadas en un pasado que nunca volverá y alejadas de el presente y el futuro, al menos, bajo la anhelada forma de sus antepasados o a la semejanza de sus socios españoles, británicos o suecos. Garantes de unos derechos dinásticos que a nadie importan, nadie respeta y ni siquiera se recuerdan.

Para terminar, dos notas culturales para ampliar el tema. La primera, el libro "El imperio eres tú" del madrileño Javier Moro, Premio Planeta 2011 y muy acorde al tema desarrollado. Podemos dar un paseo en esa atmosfera cortesana emigrante a través de la figura de Pedro I, tanto la historia política del Portugal y el Brasil decimonónico como su agitada vida personal. La segunda, la película "Carlota Joaquina, princesa do Brasil" dirigida por la brasileña Carla Camurati en 1994, nos presenta el retrato de la infanta española en su exilio carioca con un lenguaje satírico que alcanzó un notable éxito de taquilla en las salas de cine del país. A continuación un breve fragmento que reinterpreta de forma irónica y humorística el hecho desencadenante del pasado imperial brasileño: La huída de una forma de estado y su implantación foránea, un experimento forzado que no prosperó, pero que dejo un legado, unas fuentes y una historia a la que es interesante acercarse.











                                                                                   




domingo, 6 de noviembre de 2011

Río de Janeiro - Realidad indígena: Tijuca, el útero carioca

Pensamos en Río...
¿Qué imagen nos llega a la mente?




¿Me equivoco? la inmensa e impresionante figura del Cristo redentor sobre el peñón de Corcovado, es la imagen más explotada y conocida internacionalmente de esta gran urbe brasileira. Una escultura que supera los 30 metros y terminada de construir en 1931 para celebrar el centenario de la independencia de Brasil frente al sometimiento colonial portugués.
Hoy no hablaremos de esta famosa y mastodóntica escultura... hablaremos de algo mucho más amplio, y mucho más importante para Río, sus habitantes y sus visitantes. Un elemento de la ciudad que la dota de uno de los múltiples tesoros que alberga, y que a su vez le sirve como rama de su intrincado y antiguo arbol genealógico, siendo el elemento más visible que enlaza a los cariocas con su pasado más remoto.

Hablamos del Parque Nacional da Tijuca, una auténtica selva muy ligada al devenir histórico y vital de la ciudad y que se imbrica a la perfección con el resto de componentes urbanos, una paradoja que a algunos puede parecer aberración, pero que es una evidencia de la amalgama y mezcla de realidades.

Tijuca, creado como espacio protegido en 1961, consta de un total de 3200 hectáreas de bosque, cerros y escarpados montes y peñones o bellas cascadas, conformando el bosque urbano más grande del mundo, a solo 20 km del centro de la ciudad. Entre muchas de las atracciones que puede ofrecer, esta el Cerro de Corcovado, donde se erige el símbolo representativo de la ciudad, un símbolo dentro de otro. Tijuca es el testigo perfecto, la evidencia superviviente del pasado indígena, siendo uno de los patrimonios más valioso y dificil de preservar dentro de la inmensa herencia que Brasil y Río de Janeiro deben a sus descendientes y a la humanidad entera (Reserva de la Biosfera de la UNESCO en 1991).



Pedra da Gávea, otro de los grandes atractivos dentro de la inmensidad del Parque Nacional da Tijuca.

Sumergido en la inmensidad selvática de Tijuca o gozando de sus incomparables marcos naturales, podemos hacernos una idea de la primera imagen que tuvieron los portugueses, colonizadores occidentales de este paraíso. El 20 de enero de 1502 vio arribar la llegada del conquistador foráneo. Un conquistador que desde el primer momento se enamoró del tesoro que había "encontrado", pero paradojicamente absorbió, destruyó y modificó a su antojo... siendo Tijuca un superviviente de lujo: Su flora y fauna, la inmensidad de la selva fue atacada desde el principio para desarrollar los grandes monocultivos de caña de azúcar y café.

La presencia europea en la zona comenzó poco después del primer contacto entre dos distintos mundos: A este primitivo asentamiento llegó Fernando de Magallanes, el gran explorador luso, y se encontró con la Bahía ocupada por contrabandistas y piratas franceses, que crearon una colonia  llamada Francia Antártica . La ciudad como tal  fue fundada el 1 de marzo de 1565 con el nombre de São Sebastião do Rio de Janeiro (San Sebastián del Río de Enero). A fines del siglo XVI, Río de Janeiro era un lugar estratégico en la costa atlántica para el tránsito de buques entre la metrópoli portuguesa y sus colonias americanas y africanas, estableciendo la ruta comercial triangular que tanta riqueza y preeminencia económica dió a Portugal, y tanta deforestación, destrucción y empobrecimiento trajo a la flora y fauna indígena y a los pueblos de estas tierras. Se construyeron fortalezas y se empezó a reglamentar la construcción de laa ciudad y el desarrollo de la economía. La historiografía occidental, y parte de la brasileña, habla de un "acuerdo" entre los colonos y los indios... algo que lamentablemente no puede ser aceptado sin reservas, dudas y controversia... pero, lamentablemente nadie podrá desmentirnos ese hecho: La población indígena fue masacrada de diversas maneras, entre las que destaca la acción armada y el contagio de enfermedades traídas al nuevo continente por los europeos, enfermedades como la gripe, para la que los indígenas no tenian anticuerpos. Cientos de lenguas perdidas, expresiones culturales, tradiciones, modos de vida y expresiones artísticas... que en la actualidad subsisten con dificultad en el interior del país, en torno a la selva amazónica, en una realidad indígena que merece respeto, estudio y un hueco en el discurso histórico del pasado, la reordenación del presente y su preservación futura.



Primeira Missa no Brasil de Víctor Meirelles en 1861 (Museu Nacional de Belas Artes, Río de Janeiro)

Parque Nacional da Tijuca se entremezcla con zonas urbanas, de la misma manera en la que se mimetiza y complementa el pasado, presente y futuro que Río de Janeiro puede aportar a la humanidad. Se diferencian tres zonas bien diferenciadas: Floresta da Tijuca, Serra da Carioca y Pedra da Gávea o Pedra Bonita.
Destacaremos alguno de los muchos alicientes para la visita a este espacio tan especial: La visita a la romántica y rosada Capella Mayrinck, capilla católica de pequeñas dimensiones y perdida en la inmensa Floresta da Tijuca y que nos habla de ese pasado decimonónico de haciendas y villas de la élite blanca, que nos lega hoy en día como una nota anacrónica dentro de este paraíso.



Capela Mayrinck

La Vista chinesa es otra de las atracciones eclipsadas por el Cristo redentor de Corcovado y que nos ofrece una visión muy completa de la totalidad del enclave a visitar y de la ciudad. Una construcción de estilo orientalizante, chinesco, muy del gusto de la mentalidad romántica occidental del siglo XIX, una mentalidad imperialista y viajera, que exporta modelos foráneos para el deleite y disfrute en tierras ajenas. Un pabellón atrayente, por sí mismo, y sobre todo por las vistas que ofrece al viajero.



Vista chinesa al amanecer, con su incomparable marco natural de perfecto telón de fondo.

Finalmente recomendamos encarecidamente la contemplación (casi obligatoria, por su preeminencia dentro de la ciudad, lo que la hace visible desde muchos puntos de Río) y visita de Pedra da Gávea, un gigante rocoso de arrebatadora belleza, y que además reune en torno asi una historia propia, muy relacionada con el misterio y los enigmas antiguos. Su silueta, similar a la de un rostro humano, llamo la atención de sus primeros pobladores y de los conquistadores lusos, que por el efecto visual y la influencia psicológica, nos llega un pareidolia muy evidente. Muchos investigadores, estudiosos y amantes de lo oculto y del misterio han querido ver en Pedra da Gávea algo más: Símbolo de una corriente, minoritaria y minusvalorada por la investigación histórica, que nos habla de intercambios entre Occidente y Oriente desde tiempos antiguos, anteriores al siglo XV. Descubrimientos y hallazgos arqueológicos, teorías, controversia en relación a posibles contactos FENICIOS con las costas brasileñas... Una "colonización" previa a la europea, y que nos hablaría de un contacto entre zonas tan distantes como el Próximo Oriente y el continente americano...



Pedra da Gávea, en la que algún estudioso ha visto la obra del hombre de por medio.

Estas propuestas son solo eso, propuestas, dentro de la gran inmensidad visitable del parque. Ya solo la visita para disfrutar de las especies faunísticas y florísticas, muchas de ellas en peligro de atención, merece la pena. Sea cual sea nuestro objetivo, Tijuca tiene mucho que ofrecer al visitante.

Para terminar... un guiño al mundo infantil, a ese niño que todos tenemos dentro. Este año la sección de animación de 20th Century Fox y Blue Sky Studios nos ha regalado una joyita ambientada en Brasil, en Río de Janeiro y en parte en el Parque Nacional da Tijuca . La película RIO, nos sirve para ejemplificar el objetivo final del post: El conocimiento y valorización de lo indígena, en este caso del ambiente natural. El respeto y preservación del medio, que puede estenderse de buena gana a la cultura de los pueblos indígenas, primigenio aporte a la nación brasileña que no puede ni debe olvidarse.





El mes de NOVIEMBRE... RÍO DE JANEIRO!

Guardamos nuestro acento francés, recordamos con gusto nuestro recorrido por la vida cultural parisina. Durante octubre hemos sido testigo, in situ, del "estudio" de la cultura occidental, de nuestra cultura, la herencia europea, que de una manera u otra ha sido filtrada, influenciada o suplantada desde París.

Pero tras iniciar el vuelo desde los callejones montmartianos, las butacas de la Ópera Garnier, los cafés de Montparnasse o las barricadas estudiantiles del Quartier Latin... entramos en contacto con otra muy distinta. París era mezcla, síntesis, intercambio y cosmopolitismo... pero nuestra opción para noviembre, lo es elevado a su enésima potencia: Río de Janeiro, la ciudad más reconocida de Brasil, el gigante sudamericano, conformado y aglutinado en torno a la mezcla étnica y cultural.

Río de Janeiro es contraste y variedad. La ciudad y su entorno presentan al turista una oferta inmensa, que no siempre suele contemplarse en su totalidad. De nuevo... no volvemos a descubrir nada nuevo: Río es una de las ciudades más visitadas del continente americano y la más visitada de todo el hemisferio sur (Datos de 2010), de moda tras la consecución de los Juegos Olímpicos en 2016...
Lo que si podemos hacer, es dar un paseo distinto por Río, un paseo que nos sirva para disfrutar y gozar de la ciudad en todos los sentidos, aprendiendo a la vez una serie de características de Brasil. Son contraste y fusión, desde nuestro planificado viaje, asaltaremos las distintas realidades brasileñas, para poder entender de esa forma el conglomerado carioca. Unas realidades divididas por semanas, que se organizarán de la siguiente manera:

1. Realidad indígena: Tijuca, el útero carioca.
2. Realidad europea: Río de Janeiro, capital del Imperio.
3. Realidad africana: El baile y la fiesta brasileira, herencia de esclavos.
4. Realidad brasileña: La cultura brasileña contemporánea, reflejo de la nación multiétnica.

Pinceladas y enfoques distintos sobre la amplísima oferta cultural que nos ofrece Río de Janeiro, unos más conocidos y reconocibles, y otros que pueden ser toda una sorpresa o novedad.

De cualquier forma, Brasil y Río de Janeiro merecen la atención de mundo: Un país y una ciudad de contrastes, de paradojas y entendimiento, de mestizaje y etnicidad, de relevancia cultural, social, económica y política... Uno de los motores de Iberoamérica, gran desconocido en muchos aspectos, que enamora e hipnotiza... adentrémonos en esta pangea cultural!

Bem-Vindos ao Rio de Janeiro!