sábado, 8 de octubre de 2011

París, capital de la danza.

La primera imagen sobre la capital francesa, vista desde la óptica de la historia cultural... va a estar un poco alejada de los recorridos artísticos más representativos: El París del neoclásico postrevolucionario,  El París dadá o surrealista, El París de Auguste Rodin... Nos acercamos desde un arte que tradicionalmente queda marginado  por el turismo, y que encuentra en París la ocasión perfecta para hacerse visible y atractivo ante los viajeros de todo el mundo.
Se puede decir que París es una de las capitales mundiales de la danza, uno de los centros neurálgicos en cuanto a creación, producción y tradición de espectáculos, que en el caso parisino se imbrica con otros muchos rasgos culturales y artísticos, ofreciendo una oferta nada desdeñable.

La creación de la primera Academia de Danza Clásica del mundo fue en París en el año 1713 (École de danse de l'Académie Royale de Musique), con el objetivo de dotar de un mecanismo autoabastecedor de bailarines a la Ópera de París... Dos años antes de su muerte, una de las personalidades políticas francesas por antonomasia, se preocupaba de la fundación de esta institución que marcaría la evolución de la danza: Ni más ni menos, el Rey Sol, el abanderado del absolutismo y el centralismo monárquico; el rey Luís XIV. Este tenía dos grandes hobbies que aún hoy se evidencian en París: Su inmenso afán constructivo y su pasión por el baile. Su gusto por la danza provocó que esta se profesionalizara y se afrancesara. Pero no un gusto meramente visual, al contrario, se dice que Luís XIV era uno de los mejores bailarines franceses de su época (Imaginamos que se trata de una mentirijilla regia) y participó en los numerosos espectáculos que se diseñaban para ser representados en los salones o los jardines de Versalles por músicos de renombre, como Lully. Para ampliar más sobre este asunto, se puede ver la película Le Roi Danse (2000) del belga Gérard Corbiau.


                               Modelo de figurín de Apolo para Luís XIV en el Ballet Royal de la Nuit de 1653.


                                                                     
                                                                     Le Roi Danse (2000)   
                                                                            
Vemos como desde bien temprano, París se irá formulando como uno de los centros neurálgicos de la danza a nivel internacional, a lo largo de los siglos XVIII y XIX se consolida esa posición, que se verá aún más engrandecida a partir del siglo XX. Muchos teatros son creados, con diferentes motivos y para abergar la incesante oferta danzística parisina, y que en muchos casos siguen conformando actualmente ese conjunto de templos quasi sagrados que todos los bailarines sueñan con pisar.

El momento de más esplendor de la danza en París es la llegada de dos agentes: El vanguardismo y el Ballet Ruso. La mezcla de este binomio da uno de los resultados más famosos de la historia del baile: Les Ballets Russes de Diaghilev. Fundada en 1907 por componentes del Ballet Imperial del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, dirigida por Diaghilev y coreografiada por el inmenso Marius Petipa. En 1911 se independizará y se establecerá en París, siendo la capital francesa una testigo de excepción ante la renovación, la pasión, la controversia y la polémica que esta compañia destiló hasta 1929.
Los Ballets Rusos se convirtieron en ejemplo de toda la creación artística que englobaba la ciudad. Puso en relación a artistas de muy variadas corrientes y disciplinas, que engrandeció el producto ofertado: Bailarines de la talla de Anna Pávlova o Vátslav Nizhinski, músicos como Tchaikovsky, Stravinsky o Ravel, coreógrafos como Balanchine o Fokine y escenografías diseñadas por artistas como Matisse o Giorgio de Chirico. Un ejemplo quizás haga más visible el alcance y el nivel de esta obra de arte total: En 1917 se estrenaba en el Théâtre du Châtelet el Ballet Parade, poema de Jean Cocteau musicalizado por el compositor Erik Satie, coreografiado por Massine y el diseño de Picasso...
La compañia presentaba novedades, fraguaba la pura técnica de la danza clásica con el fuerte temperamento y personalidad eslava junto a la originalidad y creatividad vanguardista. Títulos como El pájaro de fuego, La consagración de la Primavera, Petrushka... fueron presentados por primera vez en las tablas de los siguientes teatros parisinos: 



Cartel hecho por Picasso en 1920 para los Ballets Russes.

Ópera Garnier, uno de los centros que conforma la Ópera Nacional de París. El más espectacular y visible de los escenarios, hasta su inauguración en 1875 la Ópera y Ballet había tenido trece sedes distintas. Esta construcción esta enmarcada dentro de la renovación constructiva de mediados del siglo XIX, y es un ejemplo perfecto de los cambios que sufrió la ciudad. Su visita es un agradabe paseo en uno de los grandes templos de la danza mundial. En la actualidad la Ópera Garnier se complementa con la Ópera Bastille, construída en la famosa plaza símbolo de la libertad en 1989, bicentenario de la Revolución Francesa. La película-documental La Danse (2009) de Frederick Wiseman, nos hace un recorrido desde dentro por los entresijos del Ballet Nacional, y los escenarios descritos, siendo una buena herramienta para acercarse por primera vez a la danza. La Ópera Bastille a primera vista se encuadra como antítesis del Palais Garnier, repirándose contemporaneidad y renovación. a información de ámbos centros se encuentra en esta web: http://www.operadeparis.fr/



                                                                      La Danse (2009) 

Théâtre du Châtelet, Otro gran escenario decimonónico que ha visto actuar a grandes genios de la música y la danza y que oferta anualmente espectáculos de primera línea. Este teatro queda bien retratado por fuera y por dentro en la película Le Concert (2009) de Radu Mihaileanu. A través de la web puede ampliarse la información: http://www.chatelet-theatre.com/

Théâtre des Champs-Élysées, Edificio Art Decó, inaugurado en 1913, sede de los Ballets Rusos durante mucho tiempo. Entre sus muros se estrenó La Consagración de la Primavera, rotundo fracaso de crítica y público, potenciado por lo novedoso de la temática y el lenguaje expresivo, que tiempo despues fue revisado y justamente valorado como obra maestra de la música y la danza, http://www.theatrechampselysees.fr/

Otros centros interesantes son el Théâtre Mogador ( http://www.mogador.net/ ) o el Odéon-Théâtre de l'Europe http://www.theatre-odeon.fr/ ).



Imagen de la Ópera Garnier a principios de siglo XX

A rítmo de Ballet, ya sea las notas más clásicas y dramáticas del Lago de los Cisnes o lo más innovador del Pájaro de Fuego de Stravinsky... sea como sea, París suena a DANZA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario