sábado, 22 de octubre de 2011

El París de la vanguardia artística (II): Montparnasse

La semana pasada trazábamos las urdimbres para personalizar una visita a Montmartre, el barrio artístico por antonomasia de París. Partiamos desde una ecuación con muchos datos al descubierto, pues de una manera u otra, la mayoría conoce la existencia del barrio del Moulin Rouge y el Sacré Coeur o se hace una idea tras haber visto las aventuras y desventuras de Amélie de Jean-Pierre Jeunet (2001). Pero la vanguardia artística, la revolución, el cambio... no solo es Montmartre. Hoy pretendemos llegar a ese otro gran núcleo de creación artística, de una segunda generación de artistas, que por tanto, debía y necesitaba diferenciarse de los precedentes y que no tiene la fama y el reconocimiento del anterior.

Hablamos de Montparnasse. Su nombre ya hace referencia a este orígen, al Monte Parnaso de la tradición mítica de la Grecia Clásica, donde vivían las nueve diosas de la inspiración artística en todas sus especialidades: Las Musas. Este certero nombre fue acuñado desde los orígenes del barrio, ya en el siglo XVII, cuando Montparnasse servía de alojamiento a muchos de los estudiantes de la Sorbona. Ya en el siglo XVIII el monte inicial fue nivelado, dándose al barrio la imagen que tiene actualmente.

¿Quién pobló este barrio?, ¿Por qué se abandonó Montmartre? (Sí es que se abandono alguna vez)...

Tenemos que entender el efecto Montparnasse del mismo modo que el efecto Montmartre: Una nueva generación, un nuevo espíritu, que ha bebido de la vanguardia fraguada en Montmartre pero que necesita y anhela formar su propio universo artístico. Se reconoce y admira el trabajo de la generación vanguardista anterior, pero se buscan nuevos horizontes, nuevas barreras que romper y nuevos límites que cambiar. Montmartre, sigue albergando artistas, pero en cierto modo, sus habitantes se han ido aburguesando a medida que han ido prosperando y consiguiendo reconocimiento internacional. El nuevo centro de inspiración artístico parisino también recibirá a artistas "montmartrinos" como Picasso, pero este barrio acuñó artistas de la talla de Ossip Zadkine, Marc Chagall, Max Jacob, Lipchitz, Modigliani, Max Ernst, Marcel Duchamp, Diego Rivera (futuro marido de Frida Kahlo), los hermanos suizos Giacometti, Henry Miller, André Breton, Buñuel o el gran Dalí. De una forma un poco "heterodoxa" podemos decir que Montmartre forjó el Cubismo y Montparnasse se encargó del Surrealismo.

El nexo de unión de este paraíso creativo, en medio de la gran capital, es el gran Boulevard Montparnasse, el verdadero eje de la vida en el barrio, a través del cual se articulan todos los escenarios donde se protagonizó la segunda gran oleada vanguardista parisina. Otra gran arteria de la zona es el Boulevard Raspail.


Sur le Boulevard Montparnasse de Marthe Orant  en 1930 (Galerie Etienne Sassi de París)

Es el París de los Cafés, los restaurantes y Creperies, de los bares y las salas de fiesta. Hoy en día se conservan la mayoría, pudiendo visitar y revivir estos años. Empezamos por el Café de la Rotonde, quizás el más visible y reconocible por el gran público. Está situado en Carrefour Vavin, haciendo esquina con el Boulevard Montparnasse. Victor Libion lo fundó en 1910, y hasta la actualidad ha querido mantener ese aspecto bohemio, reflejo de su época dorada. Entre sus muros se presentó Modigliani a la artista inglesa Nina Hamnett en 1914: "Modigliani, pintor y judío". El incombustible Picasso y los mexicanos Rivera o Cantú fueron visitantes asiduos, como el japonés Tsuguharu Foujita, cuya presencia era exótica hasta para los vanguardistas, consiguiendo un notable éxito. Este japonés tenía su estudio en la Rue Delambre nº 5 y se convertirá en íntimo amigo de Matisse o Picasso, entrando en contacto con artistas de todo signo, como en el caso de la bailarina norteamericana Isadora Duncan, de quien tomará lecciones de danza.


A la Rotonde de Foujita (1925)

Otros cafés literarios y artísticos importantes en Montparnasse son La Coupole o La Closerie des Lilas. En el cercano Boulevard de Saint Germain y su entorno podemos encontrar otros muchos locales de importancia, como pueden ser Café les Deux-Magots o La Brasserie Lipp. Terminaremos el recorrido por estos espacios tras caracterizar brevemente el santuario de la comunidad intelectual norteamericana en París: Le Sélect. Establecimiento que servía de punto de encuentro a escritores, pensadores y artistas americanos, emigrados a París en busca de libertad, huyendo de convencionalismos y el puritanismo estadounidense de principios de siglo y de la Ley Seca. Gracias a esta inmigración constante, París recibío a grandes personalidades. Es el caso de Gertrude Stein, enamorada de la vida que le ofertaba París, abandono su carrera de medicina y nunca volvió a EEUU, convirtiéndose en referente y protectora de la vanguardia artística desde 1905.


Gertrude Stein por Picasso en 1906 (MOMA New York)

Otra norteamericana influyente, que marcó el barrio donde vivió, fue Sylvia Beach. En 1919 creó la Librería "Shakespeare and Company", que se convirtió en el punto de encuentro de los grandes futuros literatos norteamericanos: Allí devoraban la nueva literatura inglesa que en EEUU no tenían opción de obtener, traducciones al inglés de obras internacionales... pero sobre todo, la ayuda y el apoyo de Beach a estos jóvenes y pobres autores: Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Dos Passos... En París, Hemingway empezó a escribir "Fiesta" y Henry Miller la rompedora "Trópico de Cáncer". Este paraíso para la élite cultural anglo-americana cerró en 1941 tras la invasión alemana. Actualmente y desde 1957 existe una librería con el mismo nombre y filosofía en Rue Bucherie, fuera de Montparnasse y a unos pasos de Notre Dame. Podemos experiementar hoy en día ese mundo culto e intelectual, deambulando entre las montañas de libros o quizás disfrutando de una apacible lectura en uno de sus bancos exteriores.


Imagen de la actual librería "Shakespeare and Company"

Como broche final podemos visitar de nuevo un cementerio, quizás el más visitado de París. Sus importantes inquilinos dan al Cimetière de Montparnasse un status de obra de arte mastodóntica y casi inabarcable, pudiendo hacernos una idea de lo que París significa para el mundo de la cultura, el pensamiento y la ciencia. Podemos "visitar" y saciar el mitómano que todos llevamos dentro frente a las tumbas y cenotafios del científico Jean Claude Pascal, el existencialista Jean Paul Sartre, la escritora Simone de Beauvoir, el escultor rumano Brancusi, el geógrafo Vidal de la Blanche, el músico Camille Saint-Säens, Tristan Tzara, Ossip Zadkine... Un gran número de célébrités de todos los tiempos, que dan a Montparnasse su sitio dentro de los templos a la producción cultural que los turistas de la actualidad podemos visitar.


Tumba del poeta rumano Tristan Tzara (1896-1963) en Montparnasse

Un barrio habitado por grandes personalidades: Dalí y Buñuel dando sus primeros pasos hacia el Surrealismo, con proyectos tan conocidos como "Un chien andalou" (1929), Alexander Calder construyendo sus primeras obras de arte móviles, Isadora Duncan revolucionando el mundo de la danza, Gershwin proyectando "Un americano en París"... o figuras no tan conocidas, pero que son el ejemplo vivo de la esencia de este París: La reina indiscutible de este mundo de locos y avanzados creadores, Kiki de Montparnasse (1901-1953). Audaz, atrevida, musa y reina indiscutible del ambiente de vanguardia. Retratada y pintada en infinidad de ocasiones por autores como Picabia, Kisling, Gargallo o Man Ray, con el que tuvo un apasionado y truculento romance. En 1924 su amante y gran descubridor le hizo la fotografía Le violon d'Ingres, una de las obras más paradigmáticas para ambos. Cantaba, pintaba, escribía... llegó a realizar una exposición con su obra en 1927, a la que acudió todo Montparnasse. Hemingway escribió sobre ella: ..."Kiki reinó en esta era de Montparnasse con mucha más fuerza de la que nunca fue capaz la reina Victoria a lo largo de toda su existencia"...


Le violon d'Ingres de Man Ray en 1924 (The J.Paul Getty Museum, L.A.)

El fin del esplendor de Kiki y de su adorado Montparnasse es parejo. Las sombras de la Segunda Guerra Mundial arruinaron ese ambiente mimético y cosmopolita que se respiraba en el París de entreguerras. Los extranjeros huyeron a sus países, y los franceses se ocultaron y dispersaron por la ciudad. La entrada de las tropas nazis en la capital del Sena puede verse como el fin de este mundo montparniano. Kiki murió en 1953, destruída por los excesos y los anhelos de volver al pasado, cantaba las canciones que unas décadas antes la habían encumbrado por los cafés de Montparnasse, unos lugares extraños para ella, donde era una vagabunda más a la que nadie prestaba atención. Canciones alegres, desenfadas y atrevidas, que podemos encontrar en discos como "Kiki Chante" (2008) y que sirven como broche final para esta época dorada de la cultura. No será el fin de la capitalidad cultural que ostenta París, pero lo magnífico de los resultados hace irremplazable a esta generación de artistas afincados en el Monte Parnaso, el hogar de las Musas.


Kiki de Montparnasse canta "Lá-haut sur la butte"




No hay comentarios:

Publicar un comentario